El Comercio.- por Ivonne Gomez
Que el presidente Rafael Correa gobierne este país por al menos diez años no será mérito de él ni tampoco de sus serviciales acólitos, aunque redacten mandatos que así lo hagan parecer… No señores, el mérito será en exclusiva de la inexistente oposición. Si Correa gana una y otra vez, es porque no hay nadie que le haga sombra.
De hecho, ni hacía falta que Alianza País deje amarrando la balsa, al decretar que la aplicación de la reelección inmediata del Presidente no tendrá efecto retroactivo. El camino para Correa estaba allanado hace tiempo, gracias a una falta de liderazgo endémica, que hemos cultivado perversa, suicida y efectivamente.
Y si no estoy en lo correcto, que tire la primera piedra aquel al que se le venga a la cabeza, en tres segundos, el nombre de un opositor que realmente merezca tal denominación. Uno… dos… tres… Ya vieron, la escasez de líderes políticos es pavorosa. [mas]
Publicado Huasi Pichai
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Los que se hayan quedado con ganas de apedrearme, de inmediato culparán y apedrearán a la decrépita partidocracia. Claro, esa es la parte más obvia del cuento mis estimados ‘lanzapiedras’. La otra, que no querrán escuchar es aquella que nos toca: que aquí no haya una oposición respetable es culpa de todos nosotros. A veces por miedo o falta de medios, casi siempre por comodidad, pero más que nada por indiferencia.
Pero la salud de cualquier democracia es incapaz de salir indemne de un proceso sostenido de unilateralismo. No lo digo yo ni algún malvado teórico al servicio del imperialismo, lo dice un señor que nació en el Reino de Bhutan, país que hace un mes y medio fue a elecciones, en su primer intento por convertirse en una democracia.
Al conocer que 44 de los 47 escaños del naciente Parlamento habían sido ganados por un solo partido, el comentario de Karma Ura, director del Centro de Estudios de Bhutan, fue: “Estos resultados han quitado el piso al proceso; el funcionamiento de una verdadera democracia requiere de una oposición de calidad. No sabemos qué pasará, porque estas no son las condiciones para una democracia” (obvio, no diré ni pío de la Asamblea y sus 80 escaños oficialistas, porque las pedradas duelen).
Para ir terminando, reconozcamos que nuestra pereza cívica se ha transformado en indolencia política. Reconozcamos también que al Ecuador del siglo XXI le hace falta una oposición, una seria, no esa oposición ‘de coctel’, de la que habló Manuel Ignacio Gómez Lecaro, la semana pasada en El Universo.
Las vacantes están abiertas; pero no por estar en contra del Presidente, sino para salvar la posibilidad de que Ecuador siga siendo una democracia.Por eso, de urgencia se necesita Oposición. Y a quienes leen estas líneas, por favor pongan bocas. Requisitos: madurez emocional y política; capacidad de análisis ‘largoplacista’; certificado de no ser portador de megalomanía; honradez a prueba de hombres del maletín; no hay límites de género, credo, raza, profesión o edad.
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