Extra.ec
Autoridades sospechan de los “R-15”, una banda colombiana especializada en asaltos “peliculeros” en los que no se hace un disparo ni nadie muere. [Mas]
Publicado Huasi Pichai
_______________________________________________________
Las autoridades y los habitantes de Quito aún no se reponían ayer de la sorpresa ante el cinematográfico asalto perpetrado por una incógnita banda que dejó a todo mundo con la boca abierta cuando, en apenas 14 minutos y 22 segundos, se llevó de las manos de los guardias de un carro blindado bolsas repletas de billetes por un monto calculado hasta ahora en 4 millones de dólares.
La precisión del golpe, su planificación que debió llevar largo tiempo, la indudable complicidad del personal bancario, demostrada en el hecho de que los asaltantes sabían exactamente a qué hora iba a llegar el camión con el dinero y hasta el lugar donde estaban las cámaras externas de control, que evitaron sistemáticamente, hacen pensar a los investigadores de la Policía Judicial en una banda de delincuentes colombianos que utiliza sistemas similares y que se denomina "Los R-15".
Esta es la primera pista real que tienen las autoridades ecuatorianas, luego de comprobar que los asaltantes nacionales "duros", especializados en este tipo de atracos, están o presos o muertos.
"En el hampa ecuatoriana no hay en el momento en libertad nadie con la capacidad organizativa demostrada en este asalto", nos dijo contundentemente uno de los mejores investigadores ecuatorianos, quien nos hizo un análisis del golpe con la condición de que ocultáramos su identidad.
ASALTO DEL SIGLO
Era un viernes como otro cualquiera en un Quito soleado y con temperatura de 24 grados. Los habitantes de la capital cerraban apresuradamente sus últimos negocios, con el fin de iniciar el descanso de fin de semana con el clásico "San viernes" quiteño, lleno de música y parranda.
Y precisamente el "San viernes" arranca en las calles Colón y Reina Victoria, donde se inicia la famosa y rumbera "zona rosa". Allí, la seriedad arquitectónica del edificio matriz del Banco de Guayaquil marca el principio de los bares, karaokes y discotecas que a mitad de la tarde se aprestaban para recibir a los miles de quiteños y foráneos listos para farrear en la fantástica noche de la capital.
De pronto, un vehículo Vitara cinco puertas, lleno de "soldados" y con placa militar, se estacionó frente al banco, justo sobre la calle Reina Victoria y en el único lugar donde las cámaras externas de seguridad de la entidad no podían alcanzarlo. Tras él, una camioneta blanca doble cabina, con balizas giratorias y luminosas, provista de placas policiales y cargada de "chapas" se estacionó también, exactamente fuera del alcance de las cámaras de la entidad bancaria.
De inmediato, como en uno de los tantos operativos conjuntos de Policía y Ejército, los "agentes" bajaron de la camioneta los clásicos conos color zanahoria que se utilizan para cerrar las calles y los colocaron sobre la Reina Victoria, taponando el paso.
Junto a ellos, dos sujetos enternados y provistos de radio-teléfonos, con gruesas gafas oscuras y corte militar, parecían dirigir el "operativo". Dentro del banco, que prestaba normalmente sus servicios, a nadie extrañó la llegada de militares y soldados e incluso hubo alguien que pensó que "era un retén normal de comprobación de documentos como los que se hacen en la zona rosa todos los fines de semana."
EL CARRO BLINDADO
Los "policías" todavía acomodaban los conos para cerrar la vía, cuando apareció por el otro extremo de la calle el camión blindado.
Sus ocupantes, al ver que tenían el camino libre para llegar al banco y que además contaban con la solidaria vigilancia de policías y soldados, arribaron más tranquilos que nunca a las puertas de la institución, descendieron de la seguridad del auto y abrieron las puertas traseras tomando los gruesos sacos de tela, repletos de dólares.
Fue entonces cuando, en un segundo, toda la escena cambió. Los "policías" continuaron frente a los conos cerrando la calle Reina Victoria con las armas en la mano. Pero los "soldados" utilizando carabinas y pistolas se abalanzaron sobre los cuatro guardias de seguridad y encañonándolos con sus armas les comunicaron que estaban en medio de un asalto.
"No sean pendejos, no se hagan matar", habría dicho con el más puro acento colombiano, uno de los sujetos enternados y de gafas oscuras en cuya mano derecha había aparecido mágicamente una pistola.
Los guardias inicialmente intentaron repeler el ataque, pero la total superioridad numérica y capacidad de fuego de los asaltantes terminó por hacerlos soltar los sacos con el dinero y levantar los brazos.
"Parecía que cada uno sabía lo que tenía que hacer. Unos se apoderaron de las valijas del dinero y las trasladaron a la camioneta doble cabina; otros le quitaron a los guardias los chalecos antibalas y las armas. El resto vigilaba que nadie entrara a la escena", dijo la fuente.
Luego, tras amenazar a los guardias con "llenarlos de plomo si no se quedan quieticos", los "policías" de la esquina recogieron los conos zanahoria y todos subieron ordenadamente a los vehículos en una acción que tuvo que haber sido ensayada mil veces. Unos segundos después, no quedaba ni el recuerdo de los dos vehículos y sus ocupantes.
La Policía Judicial de Pichincha, que ha tenido que enfrentar en los últimos años la sofisticación y modernización del hampa en la capital, no estaba dormida. Y pese al puñetazo en la cara que significó lo limpio y bien planificado del golpe, se pusieron en acción de inmediato e iniciaron el acoso y seguimiento a los dos vehículos.
Pronto los encontraron en las calles Málaga y Valladolid, del elegante barrio La Floresta...pero vacíos, con excepción de una gorra policial, una poderosa carabina y un chaleco antibalas.
La búsqueda de huellas dactilares habría de fracasar, pues los antisociales utilizaron guantes, dejando como prueba uno de lana encontrado dentro del Vitara. Igualmente se comprobó que las placas policiales y militares habían sido superpuestas sobre las reales de los dos vehículos presumiblemente robados.
Los 15 autores del robo abordaron dos autos que los esperaban -un Volkswagen Jetta y una furgoneta celeste- y partieron a toda velocidad con rumbo desconocido.
Búsqueda personalizada